miércoles, 8 de junio de 2011

Sobre la libertad de expresión.

Damas y caballeros. Hay veces que sucede que se repite un hecho a menudo y aún así es digno de mención y análisis. Uno de esos hechos, es que estoy indignado. Indignado, porque en nuestro mundo del todovale hasta los necios pueden encontrar una razón para su cumportamiento.

Dichos necios, a lo largo de su vida sexual (el alarde de su supuesta longevidad está servido), al verse en una situación poco decorosa, siempre, absolutamente siempre han tenido la despampanante capacidad de expresar a voz en grito la diferencia entre las dimensiones reales y las que ellos/as tienen establecido como patrón en su mente, obviamente infinitamente superiores a lo propio. Efectivamente, los impresionantemente amplios armazones de las mejores flotas norteamericanas tienen nada que envidiar a este mecanismo de defensa tan efectivo que, sin embargo, tiene unos errores que ponen en entredicho el potencial del ejército al que albergan.

Así, por mencionar otro pequeño dato casi irrelevante sobre estos cretinos, cabe destacar la dura situación familiar en la que se hallan, y, oh, qué pena, esto influye de manera decisiva en su forma de actuar. ¡Por supuesto que si no hubiesen vivido esto, serían personas totalmente diferentes; personas buenas! Seguro que nadie es capaz de conocer un caso en el que, en las mismas circunstancias que estos capullos, hayan podido salir adelante perfectamente. ¡Noooo! ¡Por supuesto que no!

Eso sí, la dualidad y la hipocresía está servida. Es cosa de cara o cruz, por supuesto, así que espérate encontrarte tanto con la parte prepotente del sujeto como con la parte penosa del mismo. No, perdona, no me he expresado bien, obviamente que la primera siempre está presente... la segunda es especial, sirve como recurso para mantener la imagen de perfección mantenida hasta el momento con una cosa de esas que te lo sujeta todo y encima ni se ven los tirantes, o como una de aquellas "prendas" que no permite que se escape nada y que encima deja el culito del niño suave y sedoso.

¿Y cuál es el no-va-más? ¿La perfección absoluta? ¿El principal motivo de la indignación apoteósica que invade al escritor? ¡El escudo multiusos! Efectivamente, ese es: La libertad de expresión. Exactamente, como en la tele, estos capullos sofistas son capaces de emplear la regla, políticamente acordada como buena por todas las naciones de este mundo, en su propio beneficio.

Así que déjame que te comente, belleza (Con todas las connotaciones negativas que sabéis que esto puede tener), que la libertad de expresión puedes pasártela por el forro, o por la engalonada careta que eres capaz de ponerte todos los días cuando sales por la puerta de tu casa. A ver si te enteras, o al menos tus padres quieren intentar explicártelo (con guarnición de bofetada de acompañamiento), que una opinión se dice, pero se muestra la cara con orgullo para mostrar las buenas intenciones. ¿Que no? Pues guapito "o" guapita, te cojes un metro y medio de alambre (se suele vender en ferreterías, creo, no creo que cueste mucho dinero si el alambre es de calidad media), haces 2 bolas con él, le cortas unos trocitos (para que pinche un poco) y te lo metes en los dos orificios más directamente implicados con el sistema digestivo. El superior, para que te cueste algo más proferir gañanadas. El inferior, por diversión del propio escritor y del mundo.

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