martes, 31 de enero de 2012

Ende.

Las cosas nunca habían pintado mejor para Sebastián.

Se la encontró caminando por alguna de esas calles de Madrid y ¡Mierda! Vaya patata de inicio. Parece que estoy haciendo alusión a drede a una de esas canciones que alguien que escriba en un blog debe odiar... 


Bueno, va, lo dejo así...
Se la encontró caminando por alguna de esas calles de Madrid. Se fue acercando, desde lejos, mientras el frío otoñal hacía que las hojas otoñales caídas por el otoño lamiesen el suelo lleno de hojas otoñales. Era otoño (Su época del año favorita junto con el FIB). Conforme se acercaba, iba observando cada parte del ser de la chica. Nunca había visto nada así. Sus largos cabellos rubios se hallaban recogidos en una coleta bien alta que llevaba metida dentro de un gorro marrón (como el otoño) con pompón (como el otoño). Sólo dos mechones se salvaban, muy casualmente cayendo por cada lado de su frente, encontrándose muy casualmente con unos ostentosos cascos retro rojos escarlata metálicos retro alternativos cuadrados retro.

En ese preciso momento, la chica se hallaba inclinada, sosteniendo aquella preciosa Canon EOS 1100D + EF-S 18-55mm DC III XP Professional, con la que tomaba fotos de unos dulces patos que fortuitamente se hallaban en aquel estanque bajo aquel cielo nublado otoñal (era otoño). Justo cuando ella tomaba la última de sus fotos, Sebas se le acercó por detrás, y con una sonrisa interesantísima posó sus manos sobre las de ella. Ella se sobresaltó, y le contempló con una mezcla entre sorpresa y ternura (era otoño).

Sebas se sorprendió de aquellos bellísimos ojos color marrón mierda, y le dijo algo tan precioso que se sorprendió de sí mismo:

-Cómo querría fotografiar tus ojos...

La chica, cuyo nombre aún desconocía pero ansiaba conocer con resultados eróticos, le sonrió, y aseguró:

-Oh... no son gran cosa, en realidad...

Sebas negó con la cabeza. Se armó de valor, y le pidió que se alejase un poco, observando el estanque de agua que estaba frente a ella. La chica, angustiada por la situación (porque le daba mucha vergüenza que alguien le reconociese ante su cara que era bellísima), sonrió natural y dulcemente. Entonces fue cuando Sebas cogió su cámara y enfocó a la chica. No pudo menos que sonreír orgullosa y pendantemente dulcemente ante la exclamación de sorpresa de la chica:

-¡¡Tienes una Polaroid PIC-1000!!

Justo capturó esa expresión de sorpresa de la chica. O mejor dicho, de su ojo de color increíblemente curioso. La cámara instantánea imprimió al instante la foto recién tomada. La chica se acercó y cogió la foto.

-¡Oh! ¡Vaya!

Sebas respondió, contrariado:

-¿Qué?

-La foto... ¡ha... salido borrosa...! Habrá que repetirla...

Sebas no podía creerlo. Dentro de sí comenzó a surgir una ira que sabía que tenía, pues a menudo afloraba por su piel como aquellas hojas del bosque que se caían en otoño, pero al revés porque él no se caía.

- ¿¡BORROSA!? ¿¡Y POR ESO, REPETIRLA!? ¡¡NOOO!! ¡¡SOIS TODOS IGUALES!!

La chica se asustó, contrariada. Sebas cogió la foto de la chica y la lanzó contra el estanque, pero como pesaba poco y había un gran viento otoñal, la foto viró en el aire y cayó como las hojas del otoño en esa época del año. El chico salió corriendo, mientras lloraba. No lloraba por la chica, en absoluto. Había algo mucho más importante que ella. Lloraba, por su verdadero amor, por aquella por la que él llevaba enamorado tantos años desde hacía unos meses: La fotografía.

Cuando llegó a casa, tras la gran caminata del parque de al lado de su casa a su casa, encendió el ordenador. Estaba enfadado, pero debía hacer lo que tenía que hacer. Tras pasar varias fotos de su otra cámara al iMac, y tras retocarlas brevemente con el efecto Polaroid, el difuminado, color semisepia, tono besugo, iluminación angostosa y high-qualitypicseffect.expertsonly!, las subió a flickr y a unos trece sitios más.

Sólo entonces encendió el tuenti. No para subir fotos, obviamente, pues la calidad de las fotos al subirla al sitio era enormemente detestable. No, había llegado allí para algo, sin embargo, de igual importancia que la de promulgar su arte. Se unió a varias páginas... La primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta... Hubo muchas más, pero no por ello dejó cada una de ellas dejar de ello, de ser importantes.

Sebastián había hecho lo que debía hacer. Sabía que, tarde o temprano, tantísimo trabajo iba a traer sus resultados.

Las cosas nunca habían pintado mejor para Sebastián.

Y así es como se consiguen unas cuantas visitas en tuenti y en un blog. Un saludo, besos, no me odiéis.

sábado, 7 de enero de 2012

Lo que me sugiere.



Hogar es una palabra que empiezas a entender cuando tienes dieciocho.