domingo, 10 de abril de 2011

Sobre eso de ser joven

¿Quién les dio la licencia a los adultos para hacer predicciones? ¿Un anciano oráculo que había vivido su vida lo suficiente como para comprender la naturaleza de los acontecimientos humanos? ¿O fue acaso un enérgico trotamundos al que la fugaz experiencia y su contraste le ayudó a configurarse como el único capaz de predecir? ¿Y qué me dices del relativamente joven erudito, a quien la exhaustiva lectura de los manifiestos y escritos le han dado el juicio necesario para preconizar actitudes? ¿Quién los creyó? ¿Quién los creó? ¿Cómo fueron capaces de entender que su conocimiento era 100% fiable? ¿Quién les hizo atreverse a enfrentarse al afán inmortal de los adolescentes? ¿Cuánto se les pagó para meterles al resto de los adultos esas ideas? Y, lo que es más importantes... ¿Por qué no pidieron derechos de autor ante una posible proclamación posterior de sus afirmaciones? ¿Acaso pretendían encasillar la vida en unos límites insalvables? ¿Qué sintieron cuando fueron ellos los que entendieron en su propia carne (leáse: circunstancias) que las cosas cambian en la adolescencia? ¿Qué pensaron cuando se vieron impotentes ante ello?

Lo siento, pero yo les cedo los derechos de autor a ustedes. Yo no quiero decirle eso a mis hijos. Si tiene que suceder, que suceda. Si no sucede, me alegraré.