jueves, 16 de diciembre de 2010
Recurso lingüístico
Un recurso importante a la hora de impactar personal o mediáticamente se aprovecha de la relación que el público hace entre el sujeto y la intención comunicadora que suele tener a la hora de expresar su opinión o no. Por eso impacta tanto cuando algunos considerados "cascarón de huevo" abandonan la costumbre del mutismo y se expresan con determinación ante un tema que, de seguro, ha tenido un efecto importante en ellos, al menos tan grande como para hacerlos hablar. Iguamente pero por el contrario, otros, a menudo cacatuáticos, disfrazan de misticismo un silencio que desgarra como puñales al angustiado que esperaba tener alguien contra el que enfrentarse. Y por muy variadas que puedan ser sus reacciones (desde considerar que su conducta es intachable y que el silenciado se ha quedado sin tinta, a creerse que es una estratagema procedente de una divinidad inferior que tiene la esperanza de hacerle reflexionar), lo más doloroso de todo es que es la normalidad que se altera. Y ahora, ¿quién se queja?
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Distrofia mental
Si lo blanco es negro, y lo negro es blanco, me atrevo a aseverar que el futuro es el pasado, y el pasado, mi futuro. Que las comparaciones cabeza-noria se hacen tan a menudo ya que no suena poético, y sin embargo sí se haya entre los temas de la más rigurosa actualidad en lo que a psicología literaria se refiere. El cambio es amargo, la innovación, agradable, pero sin embargo son sinónimas hermanas de la degradación. ¿No es, acaso, indiscutiblemente similar a otras tantas, siendo la principal diferencia la devoción?
Así, demuéstrame con una fotografía de mis sesos que innecesaria visión de mi vida es indispensable a la hora de ese compás de un, dos, un, dos de la tierra bajo el cuero y la goma. ¡Un dos es lo que yo necesito! ¿O no?
Policromía asignada a la encrucijada, no hay situación llena de viveza. Que ni pasado, ni presente, ni futuro se hallan verdaderamente separados ni juntos, y comprenderlos no va a servir sino para dejar de comprender lo anterior. Llámalo x, o llámalo apretar la tecla Insert, pero lo siento, para encontrar algo ilimitado, dedíquese a buscar un disco duro de mayor capacidad... el cerebro humano no está para exageraciones.
Uno se pretende cambiar, se aproxima lentamente hacia el precipicio que Atreyu ya atinó a avanzar (previa alianza con el cristal). Pero eso ocurre en la mente... ¿Y en la realidad? ¿Es esa aleación de sílice lo que se haya entre medias del cañón, o simplemente la nada? Y, lo que es más importante, se ha usado un material transparente... ¿Para qué? ¿No es un arma de doble filo? Ciertamente, se puede contemplar las profundidades desde esa otra parte del cristal, pero, ¿con qué propósito? ¿Por qué un puente de cristal? ¿Para regocijarse, desde lo alto de él, en lo que se ha podido superar? ¿O para dar una acuciante sensación de vértigo?
Asegúrame que el cambio es una innovación, en el terreno personal. Y no me abras otra aula TIC, que el desconocimiento se hace mayor si no se entiende lo básico, como aquella pregunta básica que dice "¿Qué es lo básico?"
¿Cómo conocer la vida de uno mismo, si aún no se conoce la vida misma?
Ten caución. La ausencia de trofeos en el cerebro puede causarte una intensa distrofia mental.
Así, demuéstrame con una fotografía de mis sesos que innecesaria visión de mi vida es indispensable a la hora de ese compás de un, dos, un, dos de la tierra bajo el cuero y la goma. ¡Un dos es lo que yo necesito! ¿O no?
Policromía asignada a la encrucijada, no hay situación llena de viveza. Que ni pasado, ni presente, ni futuro se hallan verdaderamente separados ni juntos, y comprenderlos no va a servir sino para dejar de comprender lo anterior. Llámalo x, o llámalo apretar la tecla Insert, pero lo siento, para encontrar algo ilimitado, dedíquese a buscar un disco duro de mayor capacidad... el cerebro humano no está para exageraciones.
Uno se pretende cambiar, se aproxima lentamente hacia el precipicio que Atreyu ya atinó a avanzar (previa alianza con el cristal). Pero eso ocurre en la mente... ¿Y en la realidad? ¿Es esa aleación de sílice lo que se haya entre medias del cañón, o simplemente la nada? Y, lo que es más importante, se ha usado un material transparente... ¿Para qué? ¿No es un arma de doble filo? Ciertamente, se puede contemplar las profundidades desde esa otra parte del cristal, pero, ¿con qué propósito? ¿Por qué un puente de cristal? ¿Para regocijarse, desde lo alto de él, en lo que se ha podido superar? ¿O para dar una acuciante sensación de vértigo?
Asegúrame que el cambio es una innovación, en el terreno personal. Y no me abras otra aula TIC, que el desconocimiento se hace mayor si no se entiende lo básico, como aquella pregunta básica que dice "¿Qué es lo básico?"
¿Cómo conocer la vida de uno mismo, si aún no se conoce la vida misma?
Ten caución. La ausencia de trofeos en el cerebro puede causarte una intensa distrofia mental.
jueves, 4 de noviembre de 2010
La divina comedia
Si...
...vistes bien, alternativo, a tu rollo, con tu look propio.
...sabes diferenciar entre amor y sexo, en lo práctico y teórico.
...no te avergüenzas de tus amigos, por lo que cuelgas en el tuenti vuestras fotos.
...sabes que los estudios son importantes, pero no hay cabida para el agobio.
...tienes mejores amigos (duración mínima de amistad previa a la condecoración: 1 semana)y quizá un novio.
Pues, entonces, ¡eres un/una DIVINA!
(N del T: adivínese el por qué del sustantivo núcleo del sintagma nominal que titula este texto)
...vistes bien, alternativo, a tu rollo, con tu look propio.
...sabes diferenciar entre amor y sexo, en lo práctico y teórico.
...no te avergüenzas de tus amigos, por lo que cuelgas en el tuenti vuestras fotos.
...sabes que los estudios son importantes, pero no hay cabida para el agobio.
...tienes mejores amigos (duración mínima de amistad previa a la condecoración: 1 semana)y quizá un novio.
Pues, entonces, ¡eres un/una DIVINA!
(N del T: adivínese el por qué del sustantivo núcleo del sintagma nominal que titula este texto)
domingo, 31 de octubre de 2010
Apología
Impoluta dicha acarrea avalanzadas desdichas. Quien no lo sabe, es porque no lo siente; quien no lo siente, es porque lo sabe. Por eso lo entendía él, echado como se hallaba sobre las sábanas, mientras estupefacientes gráficos colgaban de las paredes e intensos sentimientos colgaban de un madero, sus caras desfiguradas en una mueca mezcla de asombro y entusiasmo, y sus manos aferradas a la soga con la que pendían.
Hay cosas que sabe todo el mundo, y es obvio que lo que todo el mundo sabe, se vuelve realidad - ¡bendita cualidad creadora del hombre robada de lo divino! -. Una de estas grandes verdades universales es la que dice que el amor es el hermano gemelo de la odio. ¡Obvio, pues que la gente se horrorice ante el incesto!
En realidad, es como el sonido "agradable" de una batería, llena de golpes que se dan en el instante preciso, y asíncopas que se introducen con la sutileza propia de un ingeniero. Pero es que... ¡Suena hasta bien, todo ahí junto!
¿Entonces? ¿Incesto o armonía?
Hay cosas que sabe todo el mundo, y es obvio que lo que todo el mundo sabe, se vuelve realidad - ¡bendita cualidad creadora del hombre robada de lo divino! -. Una de estas grandes verdades universales es la que dice que el amor es el hermano gemelo de la odio. ¡Obvio, pues que la gente se horrorice ante el incesto!
En realidad, es como el sonido "agradable" de una batería, llena de golpes que se dan en el instante preciso, y asíncopas que se introducen con la sutileza propia de un ingeniero. Pero es que... ¡Suena hasta bien, todo ahí junto!
¿Entonces? ¿Incesto o armonía?
martes, 12 de octubre de 2010
12ª
Aunque una incesta cantidad de veces tengo unas ganas atronadoras de escribir bellos textos con mil ideas ingeniosas, y componer melodiosas canciones con quinientas palabras inteligentes, hay otras veces que tengo unas incontrolables ganas de, con sólo una estúpida y corta combinación de escuetas palabras, hacer algo increíblemente bonito y suspicaz a la vez.
Claro, que ante la triste falta de un soporte impactante o incandescente, a uno siempre le sirve el apabullado uso de los adjetivos, salvavidas de la muerte.
Y ahora, esa preciosa frase cuya patente posee todo el mundo: Te echo de menos. Horrorosamente hablando. Divertidamente callando.
¡Maldita décimosegunda letra del abecedario puesta entre corchetes...!
Pero, estimada situación, ¿por qué demonios te me antojas tan familiar, si no tengo el más mínimo interés en casarme contigo?
Claro, que ante la triste falta de un soporte impactante o incandescente, a uno siempre le sirve el apabullado uso de los adjetivos, salvavidas de la muerte.
Y ahora, esa preciosa frase cuya patente posee todo el mundo: Te echo de menos. Horrorosamente hablando. Divertidamente callando.
¡Maldita décimosegunda letra del abecedario puesta entre corchetes...!
Pero, estimada situación, ¿por qué demonios te me antojas tan familiar, si no tengo el más mínimo interés en casarme contigo?
¿Cómo anda la burra? / Comment allez-vous?
Hay algo que no entiendo. De hecho, es algo que detesto. ¿Lo digo?... Odio nuestro pasado. Odio que consiguiésemos tantas cosas juntos, y odio que pudiésemos pasar las horas muertas contando viejas batallitas.
También estoy harto de saberme inútil. De saberme inútil, y de comprender que haga lo haga, diga lo que diga, y escriba lo que escriba, será ajeno a ti. Interpretaciones varias, ignorancias concretas y experiencias pasadas serán los detonantes de una existencia inventada de un conducto que una ambos conductos auditivos, para quetus los sonidos preferidos proferidos por mí puedan pasar sin obstáculo por ellos.
Sinceramente, has muerto. Ya no se puede hacer nada, y yo lo sé. Lo que me insatisface es el saber que ¡tú sabías desde antes que tse habías muerto! ¡Menuda incongruencia!
Así que la negligencia médica viene a ser, en el mejor de los casos, la escapatoria fiscal más evidente. La finanza a pagar multiplica por un número elevado al negativo los sentimientos sentidos.
Mira, no voy a obligarte, pero te pediría por favor que las capas superiores de la litosfera dejasen de ser tan sobresalientes, para iniciar una perforación urgente. La energía geotérmica, aunque creas que no, puede ser una auténtica alternativa en lo que a producción de energía se refiere. Agotada la energía auditivoespontánea, quizá lo más fácil fuese comenzar la preparación para la central encargada de explotar la energía del interior (de la Tierra)
¡Que te lo estoy avisando! Que la energía nuclear a veces acaba en tragedias que, lo creas o no, acaba con vidas humanas... y deteriora otras posibles vidas futuras.
¿Y cómo decía esa canción del grupo homófono del amante secreto? Sí, sí, esa emplazada en la unidad de tiempo estándar del sistema internacional del álbum de los ojos completamente nuevos... =)
También estoy harto de saberme inútil. De saberme inútil, y de comprender que haga lo haga, diga lo que diga, y escriba lo que escriba, será ajeno a ti. Interpretaciones varias, ignorancias concretas y experiencias pasadas serán los detonantes de una existencia inventada de un conducto que una ambos conductos auditivos, para que
Sinceramente, ha
Así que la negligencia médica viene a ser, en el mejor de los casos, la escapatoria fiscal más evidente. La finanza a pagar multiplica por un número elevado al negativo los sentimientos sentidos.
Mira, no voy a obligarte, pero te pediría por favor que las capas superiores de la litosfera dejasen de ser tan sobresalientes, para iniciar una perforación urgente. La energía geotérmica, aunque creas que no, puede ser una auténtica alternativa en lo que a producción de energía se refiere. Agotada la energía auditivoespontánea, quizá lo más fácil fuese comenzar la preparación para la central encargada de explotar la energía del interior (
¡Que te lo estoy avisando! Que la energía nuclear a veces acaba en tragedias que, lo creas o no, acaba con vidas humanas... y deteriora otras posibles vidas futuras.
¿Y cómo decía esa canción del grupo homófono del amante secreto? Sí, sí, esa emplazada en la unidad de tiempo estándar del sistema internacional del álbum de los ojos completamente nuevos... =)
jueves, 30 de septiembre de 2010
La biografía de Alfred Zimmerman
Nací un 10 de noviembre de 1928 en un pequeño pueblo de Europa cuyo nombre, aunque dijese, no sabríais pronunciar. Recuerdo los verdes campos, las colinas altas y las ovejas tranquilamente pastando. Heidi casi podría haber estado por allí, campando a sus anchas, y nadie se habría alarmado de verla.
Yo era hijo único, y no puedo decir mucho sobre mis padres, salvo lo que sus rasgos decían de ellos. Mi padre, Siegfried, tenía ojos azules y tez clara característica del lugar. Mi madre, sin embargo, tenía unos ojos profundamente azabaches y nariz ganchuda, lo cual no impedía que fuese la madre más bella del mundo ¿Su nombre? Steffani Además de con ellos, vivía con mis abuelos maternos y una buena parte mi familia paterna. Mi tío tenía por costumbre leerme relatos de un filósofo de mi país, Friedrich Nietzsche, tras los cuales yo no paraba de hacer preguntas. Más de una vez había escuchado a mi madre discutiendo con mi tío sobre la conveniencia de leerle relatos tan sumamente complicados (a mí me divertían) a un niño de apenas unos 8 años. Yo prefería irme a mi sitio “favorito”, en lo alto de una colina, con mi propio tronco de árbol cortado, para jugar. Las vistas eran espectaculares, y yo soñaba que era el rey de todo aquel valle.
Los primeros años de mi vida los pasé fácilmente y sin muchas complicaciones. Estábamos un poco aislados de la ciudad, éramos personas que se dedicaban a labrar el campo y muy de vez en cuando bajábamos por el Rhin hasta la capital.
Por ello, mi casa se volvía una odisea cada vez que hacíamos una expedición a la ciudad, y más concretamente cuando nos quedábamos allí a dormir en el hospicio de un amigo de mis padres. Yo me volvía loco solo de pensar que iba a poder ir a la ciudad, y mis padres lo sabían. Por eso, no fue demasiado extraño el día que me dijeron que por mi décimo cumpleaños, iríamos a la capital a pasar dos días. El 9 de noviembre de 1938, todo estaba completamente listo para ir a la ciudad, y así lo hicimos. Con una pequeña maleta, partimos hacia la urbe en lo que me parecía el mejor cumpleaños de mi vida. Fuimos sólo 4 personas; mis padres, mi tío y yo.
La llegada a la capital fue tan espectacular como me la había imaginado, y al poco de llegar yo no paraba de pedirle a mis padres que me comprasen todo tipo de chucherías. En realidad, no era un niño caprichoso, más les pedía que me lo comprasen por llamar su atención sobre ello que por otra cosa.
Yo enseguida noté que algo raro pasaba. Gente yendo de aquí para allá, como sabiendo que allí se cocía algo. Llegamos al hospicio, y mi padre comenzó a hablar con el dueño. Aunque mi madre me instó a dejar las pequeñas bolsas de cuero en nuestras respectivas habitaciones, pude notar la expresión de gravedad por el ceño fruncido de mi padre mientras hablaba y murmuraba contrariado que habíamos elegido un mal día para ir. Yo medio me enfadé, ¡al día siguiente era mi cumpleaños!
Mis padres, por algún extraño motivo, decidieron quedarse en el hospicio todo el día, mientras que mi tío y yo fuimos a comprar un par de cosas. Notaba que allí se estaba fingiendo, y que aparentaban estar felices cuando en realidad algo les preocupaba. Sobre todo lo noté en la cena, pues mis padres no dejaban de contemplarme atentos para ver cómo reaccionaba yo a todos los ruidos que podía escuchar en la calle. Porque los cristales rotos, haciéndose añicos en calles cada vez más próximas, no me pasaban desapercibidos… y yo sabía (aunque no conseguía notarlo en sus expresiones) que estaban muy preocupados.
Con rápidos movimientos, mi madre me llevó a la habitación, y se acostó en la misma cama que yo, tal y como le pedí asustado. No me estaba gustando aquello, saber que pasa algo y no saber lo que pasa al mismo tiempo, y sabía que a mi madre tampoco. No dejó de mirarme en todo el rato que yo intenté dormir. Y cada vez que yo volvía a abrir los ojos, me susurraba palabras de consuelo para que durmiese… pero no lo consiguió. Acabé preguntándole cosas sobre determinados temas por los que sentía curiosidad, pero que usaba como excusa para olvidarme de que algo pasaba fuera. Cosas sobre Yahveh, sobre Abrahám, los profetas de nuestra religión. Y ella me dijo de jugar a un juego: Yo no volvería a hablar sobre mi religión, ni las personas importantes en ella, hasta que ella no me lo volviese a pedir. Yo accedí, y ella me contó un cuento para que me durmiese, pero no lo consiguió. Sabiendo de su fracaso, y previamente mirando el reloj que había colocado en la habitación, susurró un lindo “feliz cumpleaños” y me colocó frente a mí un paquetito hábilmente envuelto. Quizá fueron mis ojos, que debieron de brillar muy intensamente, que se le iluminó la expresión al verme tan feliz e ilusionado por poder abrir a las 12 de la noche mi regalo de cumpleaños. Y cuál debió de ser mi expresión al ver que mi madre me había regalado un sencillo colgante, que se puso a reír con carcajadas ahogadas. Me hizo prometer que se lo devolvería para poder dármelo otra vez, y volver a ver mi cara. Trato hecho.
Lo posterior no lo recuerdo apenas. Sé que los ruidos de fuera se habían intensificado, que hacía mucho calor y que escuchaba el crepitar de la madera peligrosamente cerca. Pasos. Golpes. Gritos. Más pasos. Abrieron la puerta de golpe y hubo un forcejeo. Intenté seguir escaleras abajo a los hombres que lucían un uniforme con dos “eses” (SS) en sus cuellos. Intenté entender qué se les pasaba por la cabeza para hacer una cosa así, pero no pude.
Vi cómo en el vestíbulo del hospicio era mi padre quien gritaba e intentaba impedirles que se llevaran a mi madre, que gritaba, lloraba pero luchaba contra ellos. Sé que, a la señal de mi padre, mi tío me agarró y me sacó por una puerta trasera. Yo me resistí, viviendo mi pequeña batalla contra un secuestrador que, a diferencia de los de mi madre, este sólo deseaba mi bien. Mi tío debió de acabar cargando conmigo todo el trayecto hasta mi casa.
Dos angustiosos días, en los que nadie me respondía a ninguna pregunta y en los que toda mi familia intercambiaba miradas angustiadas constantemente, fueron lo que tardé en conocer la noticia. Alguien llamó a la puerta. Me apresuré a abrir, para encontrar a mi padre en el umbral de la puerta, lleno de magulladuras, cortes, y de un profundo pesar. Debí desatar en él una tristeza incontenible, pues hizo algo que nunca le había visto hacer: Lloró, y yo también al sentir que ella se había ido…
Un par de meses después, desperté de madrugada tras una amarga pesadilla, y decidí subir a la colina que yo llamaba "mi sitio favorito". Me sorprendí al ver a mi padre allí sentado, contemplando el horizonte y un sol que no dejaba de obligarnos a guiñar los ojos. Lo encontré vestido con la ropa que él no se pondría para estar por casa, y me asusté. Hablé con él, los dos sentados en mi sitio favorito. Él me dijo, sin embargo, que mi madre volvería. Que sólo se había ido de viaje, y que algún día volvería, y volvería primero a aquella colina, a lo que yo llamaba mi sitio favorito. Le prometí que siempre que pudiese, iría allí, y él me preguntó si yo haría lo que fuese por que Mamá volviese. Le aseguré que sí, y él me sonrió. Me hizo volver a la cama tras media hora de estar allí abrazados.
No me sorprendí demasiado cuando mis familiares me preguntaron asustados dónde estaba mi padre. Le dije que había ido a buscar a mamá, y que cuando la encontrase la iba a traer a "mi sitio favorito".
Al principio me parecía un juego, y subía allí, a esperar, y esperar. Al principio jugaba mientras esperaba. Pero pasaron los meses, incluso un año, y ya no jugaba. No hacía más que subir allí a llorar, y a seguir llorando, sintiéndome como un auténtico crío. Sin embargo, la época de los llantos dio paso a la de quedarse sentado, a esperar y a pensar. En plena adolescencia, me sentaba allí a ordenar mis ideas, y mis pensamientos, y sobre todo, mis sentimientos. Pensaba en las chicas, en la casa, en las lecciones de matemáticas que mi tío me impartía... y cada vez pensaba menos en mis padres. Inconscientemente, creía que si no pensaba de forma directa en ellos, el dolor se iría.
Y pasaron más años, y la frecuencia con la que subía a aquel lugar disminuyó. Mis abuelos maternos, judíos, tuvieron que marcharse de mi casa para evitar problemas. Ya había atado cabo, y había entendido qué había sucedido con mi madre, y mi padre, y poco más me importaba ya. Sabía lo de la guerra, y sabía que por la proximidad de nuestro hogar a Berlín, corríamos un grave peligro, pero no podíamos dejar nuestra casa sin más. El sentimiento de amenaza acabó en el año 1945, que fue un año feliz para todos por la caída de la dictadura, pero yo sólo pensaba en ir a la universidad y formarme.
El resto fue fácil. Me casé, tuve hijos y formé una familia. Compré una casa en Berlín tan pronto como pude, y me preocupé de mantenerme tan ocupado como para no recordar los dolorosos momentos ocurridos aquella noche en el hospicio.
Sin embargo, en mi quincuagésimo cumpleaños, un 10 de noviembre de 1978, buscando entre unos viejos pertrechos encontré un medallón que me resultaba dolorosamente familiar. Por un momento, recordé la desaparición de mi madre, y la de mi padre para ir en su búsqueda. Recordé toda mi vida tal y como no había sucedido, tal y como habría pasado si no hubiese pasado aquel terrible encuentro personal con la muerte y la desesperación. Y recordé la conversación con mi padre en la colina, cuando me prometió que mi madre volvería (y, por consiguiente, él también) al mismo lugar, a mi lugar, a mi pequeño santuario de reflexión y tristezas, de pensamiento y alegría. Tras golpear algo fuertemente por la rabia y la impotencia, me calmé y decidí hacer una pequeña expedición hacia "mi lugar favorito". Fui con mi mujer, con mis dos hijos, y les hice creer que era un lugar como otro cualquiera, pues contarles toda la historia me habría hecho estallar en lágrimas.
A pesar de ello, el mantener la boca cerrada no me libró de tal condición. Llegué, y todo se me antojaba exactamente igual que como lo dejé, quizá menos hojas en un árbol, e incluso el tronco donde me sentaba a pensar, estaba ya recubierto de moho.
Hubo algo que me llamó la atención. Dos rocas, perfectamente talladas y del largo de una persona cada una, yacían incrustadas entre la hierba, y en el terreno. Temblando, me acerqué lentamente a ellas, y un saborcito a sal se deslizó por mis mejillas hasta llegar a mis labios mientras cogía el medallón y lo colocaba sobre una de las rocas.
Mi mujer, sorprendida y a la vez emocionada, se acercó y leyó en voz alta, para hacerme saber que era real.
"Siegfried y Steffani Zimmerman. Alemán enamorado. Judía luchadora. Padres orgullosos."
Alfred Zimmerman muere un 5 de diciembre en el año 2008 por una parada cardíaca en la ciudad de Berlín. La ciudad siempre recordará su historia y sus aportación a la ciencia y a la filosofía alemanas. Sus hijos le transmitirán a sus generaciones la increíble historia que le sucedió a su padre.
Yo era hijo único, y no puedo decir mucho sobre mis padres, salvo lo que sus rasgos decían de ellos. Mi padre, Siegfried, tenía ojos azules y tez clara característica del lugar. Mi madre, sin embargo, tenía unos ojos profundamente azabaches y nariz ganchuda, lo cual no impedía que fuese la madre más bella del mundo ¿Su nombre? Steffani Además de con ellos, vivía con mis abuelos maternos y una buena parte mi familia paterna. Mi tío tenía por costumbre leerme relatos de un filósofo de mi país, Friedrich Nietzsche, tras los cuales yo no paraba de hacer preguntas. Más de una vez había escuchado a mi madre discutiendo con mi tío sobre la conveniencia de leerle relatos tan sumamente complicados (a mí me divertían) a un niño de apenas unos 8 años. Yo prefería irme a mi sitio “favorito”, en lo alto de una colina, con mi propio tronco de árbol cortado, para jugar. Las vistas eran espectaculares, y yo soñaba que era el rey de todo aquel valle.
Los primeros años de mi vida los pasé fácilmente y sin muchas complicaciones. Estábamos un poco aislados de la ciudad, éramos personas que se dedicaban a labrar el campo y muy de vez en cuando bajábamos por el Rhin hasta la capital.
Por ello, mi casa se volvía una odisea cada vez que hacíamos una expedición a la ciudad, y más concretamente cuando nos quedábamos allí a dormir en el hospicio de un amigo de mis padres. Yo me volvía loco solo de pensar que iba a poder ir a la ciudad, y mis padres lo sabían. Por eso, no fue demasiado extraño el día que me dijeron que por mi décimo cumpleaños, iríamos a la capital a pasar dos días. El 9 de noviembre de 1938, todo estaba completamente listo para ir a la ciudad, y así lo hicimos. Con una pequeña maleta, partimos hacia la urbe en lo que me parecía el mejor cumpleaños de mi vida. Fuimos sólo 4 personas; mis padres, mi tío y yo.
La llegada a la capital fue tan espectacular como me la había imaginado, y al poco de llegar yo no paraba de pedirle a mis padres que me comprasen todo tipo de chucherías. En realidad, no era un niño caprichoso, más les pedía que me lo comprasen por llamar su atención sobre ello que por otra cosa.
Yo enseguida noté que algo raro pasaba. Gente yendo de aquí para allá, como sabiendo que allí se cocía algo. Llegamos al hospicio, y mi padre comenzó a hablar con el dueño. Aunque mi madre me instó a dejar las pequeñas bolsas de cuero en nuestras respectivas habitaciones, pude notar la expresión de gravedad por el ceño fruncido de mi padre mientras hablaba y murmuraba contrariado que habíamos elegido un mal día para ir. Yo medio me enfadé, ¡al día siguiente era mi cumpleaños!
Mis padres, por algún extraño motivo, decidieron quedarse en el hospicio todo el día, mientras que mi tío y yo fuimos a comprar un par de cosas. Notaba que allí se estaba fingiendo, y que aparentaban estar felices cuando en realidad algo les preocupaba. Sobre todo lo noté en la cena, pues mis padres no dejaban de contemplarme atentos para ver cómo reaccionaba yo a todos los ruidos que podía escuchar en la calle. Porque los cristales rotos, haciéndose añicos en calles cada vez más próximas, no me pasaban desapercibidos… y yo sabía (aunque no conseguía notarlo en sus expresiones) que estaban muy preocupados.
Con rápidos movimientos, mi madre me llevó a la habitación, y se acostó en la misma cama que yo, tal y como le pedí asustado. No me estaba gustando aquello, saber que pasa algo y no saber lo que pasa al mismo tiempo, y sabía que a mi madre tampoco. No dejó de mirarme en todo el rato que yo intenté dormir. Y cada vez que yo volvía a abrir los ojos, me susurraba palabras de consuelo para que durmiese… pero no lo consiguió. Acabé preguntándole cosas sobre determinados temas por los que sentía curiosidad, pero que usaba como excusa para olvidarme de que algo pasaba fuera. Cosas sobre Yahveh, sobre Abrahám, los profetas de nuestra religión. Y ella me dijo de jugar a un juego: Yo no volvería a hablar sobre mi religión, ni las personas importantes en ella, hasta que ella no me lo volviese a pedir. Yo accedí, y ella me contó un cuento para que me durmiese, pero no lo consiguió. Sabiendo de su fracaso, y previamente mirando el reloj que había colocado en la habitación, susurró un lindo “feliz cumpleaños” y me colocó frente a mí un paquetito hábilmente envuelto. Quizá fueron mis ojos, que debieron de brillar muy intensamente, que se le iluminó la expresión al verme tan feliz e ilusionado por poder abrir a las 12 de la noche mi regalo de cumpleaños. Y cuál debió de ser mi expresión al ver que mi madre me había regalado un sencillo colgante, que se puso a reír con carcajadas ahogadas. Me hizo prometer que se lo devolvería para poder dármelo otra vez, y volver a ver mi cara. Trato hecho.
Lo posterior no lo recuerdo apenas. Sé que los ruidos de fuera se habían intensificado, que hacía mucho calor y que escuchaba el crepitar de la madera peligrosamente cerca. Pasos. Golpes. Gritos. Más pasos. Abrieron la puerta de golpe y hubo un forcejeo. Intenté seguir escaleras abajo a los hombres que lucían un uniforme con dos “eses” (SS) en sus cuellos. Intenté entender qué se les pasaba por la cabeza para hacer una cosa así, pero no pude.
Vi cómo en el vestíbulo del hospicio era mi padre quien gritaba e intentaba impedirles que se llevaran a mi madre, que gritaba, lloraba pero luchaba contra ellos. Sé que, a la señal de mi padre, mi tío me agarró y me sacó por una puerta trasera. Yo me resistí, viviendo mi pequeña batalla contra un secuestrador que, a diferencia de los de mi madre, este sólo deseaba mi bien. Mi tío debió de acabar cargando conmigo todo el trayecto hasta mi casa.
Dos angustiosos días, en los que nadie me respondía a ninguna pregunta y en los que toda mi familia intercambiaba miradas angustiadas constantemente, fueron lo que tardé en conocer la noticia. Alguien llamó a la puerta. Me apresuré a abrir, para encontrar a mi padre en el umbral de la puerta, lleno de magulladuras, cortes, y de un profundo pesar. Debí desatar en él una tristeza incontenible, pues hizo algo que nunca le había visto hacer: Lloró, y yo también al sentir que ella se había ido…
Un par de meses después, desperté de madrugada tras una amarga pesadilla, y decidí subir a la colina que yo llamaba "mi sitio favorito". Me sorprendí al ver a mi padre allí sentado, contemplando el horizonte y un sol que no dejaba de obligarnos a guiñar los ojos. Lo encontré vestido con la ropa que él no se pondría para estar por casa, y me asusté. Hablé con él, los dos sentados en mi sitio favorito. Él me dijo, sin embargo, que mi madre volvería. Que sólo se había ido de viaje, y que algún día volvería, y volvería primero a aquella colina, a lo que yo llamaba mi sitio favorito. Le prometí que siempre que pudiese, iría allí, y él me preguntó si yo haría lo que fuese por que Mamá volviese. Le aseguré que sí, y él me sonrió. Me hizo volver a la cama tras media hora de estar allí abrazados.
No me sorprendí demasiado cuando mis familiares me preguntaron asustados dónde estaba mi padre. Le dije que había ido a buscar a mamá, y que cuando la encontrase la iba a traer a "mi sitio favorito".
Al principio me parecía un juego, y subía allí, a esperar, y esperar. Al principio jugaba mientras esperaba. Pero pasaron los meses, incluso un año, y ya no jugaba. No hacía más que subir allí a llorar, y a seguir llorando, sintiéndome como un auténtico crío. Sin embargo, la época de los llantos dio paso a la de quedarse sentado, a esperar y a pensar. En plena adolescencia, me sentaba allí a ordenar mis ideas, y mis pensamientos, y sobre todo, mis sentimientos. Pensaba en las chicas, en la casa, en las lecciones de matemáticas que mi tío me impartía... y cada vez pensaba menos en mis padres. Inconscientemente, creía que si no pensaba de forma directa en ellos, el dolor se iría.
Y pasaron más años, y la frecuencia con la que subía a aquel lugar disminuyó. Mis abuelos maternos, judíos, tuvieron que marcharse de mi casa para evitar problemas. Ya había atado cabo, y había entendido qué había sucedido con mi madre, y mi padre, y poco más me importaba ya. Sabía lo de la guerra, y sabía que por la proximidad de nuestro hogar a Berlín, corríamos un grave peligro, pero no podíamos dejar nuestra casa sin más. El sentimiento de amenaza acabó en el año 1945, que fue un año feliz para todos por la caída de la dictadura, pero yo sólo pensaba en ir a la universidad y formarme.
El resto fue fácil. Me casé, tuve hijos y formé una familia. Compré una casa en Berlín tan pronto como pude, y me preocupé de mantenerme tan ocupado como para no recordar los dolorosos momentos ocurridos aquella noche en el hospicio.
Sin embargo, en mi quincuagésimo cumpleaños, un 10 de noviembre de 1978, buscando entre unos viejos pertrechos encontré un medallón que me resultaba dolorosamente familiar. Por un momento, recordé la desaparición de mi madre, y la de mi padre para ir en su búsqueda. Recordé toda mi vida tal y como no había sucedido, tal y como habría pasado si no hubiese pasado aquel terrible encuentro personal con la muerte y la desesperación. Y recordé la conversación con mi padre en la colina, cuando me prometió que mi madre volvería (y, por consiguiente, él también) al mismo lugar, a mi lugar, a mi pequeño santuario de reflexión y tristezas, de pensamiento y alegría. Tras golpear algo fuertemente por la rabia y la impotencia, me calmé y decidí hacer una pequeña expedición hacia "mi lugar favorito". Fui con mi mujer, con mis dos hijos, y les hice creer que era un lugar como otro cualquiera, pues contarles toda la historia me habría hecho estallar en lágrimas.
A pesar de ello, el mantener la boca cerrada no me libró de tal condición. Llegué, y todo se me antojaba exactamente igual que como lo dejé, quizá menos hojas en un árbol, e incluso el tronco donde me sentaba a pensar, estaba ya recubierto de moho.
Hubo algo que me llamó la atención. Dos rocas, perfectamente talladas y del largo de una persona cada una, yacían incrustadas entre la hierba, y en el terreno. Temblando, me acerqué lentamente a ellas, y un saborcito a sal se deslizó por mis mejillas hasta llegar a mis labios mientras cogía el medallón y lo colocaba sobre una de las rocas.
Mi mujer, sorprendida y a la vez emocionada, se acercó y leyó en voz alta, para hacerme saber que era real.
"Siegfried y Steffani Zimmerman. Alemán enamorado. Judía luchadora. Padres orgullosos."
Alfred Zimmerman muere un 5 de diciembre en el año 2008 por una parada cardíaca en la ciudad de Berlín. La ciudad siempre recordará su historia y sus aportación a la ciencia y a la filosofía alemanas. Sus hijos le transmitirán a sus generaciones la increíble historia que le sucedió a su padre.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Cambio
Hay veces que sí que entiendo la ideología política coservadora, como mecanismo (¿in?)evitable de la conciencia humana, siendo esto aplicable a situaciones, personas y sentimientos. Y es que la persona siempre tiende a mantener lo que tiene antes que a dar el paso y cambiarlo, por mucho que sepa que lo nuevo puede reportarle muchos beneficios.
Esto implica lo difícil que es saberse en mitad de una decisión, sin saberse si mantenerse igual o lanzarse de cabeza a una piscina a la que, aunque se sabe que el agua está más caliente que la temperatura ambiente exterior, siempre cuesta lanzarse.
Eso sí, sólo hay dos problemas más terribles que el haber tomado ya la dolorosa decisión: Primero, que uno conscientemente sepa que el cambio es mejor, pero no quiera darse cuenta de la realidad. Dos, que hayan sido los acontecimientos los que te han empujado a actuar así, y que ya tomada la decisión, siga pareciendo la mejor opción, pero no la única buena.
Esto implica lo difícil que es saberse en mitad de una decisión, sin saberse si mantenerse igual o lanzarse de cabeza a una piscina a la que, aunque se sabe que el agua está más caliente que la temperatura ambiente exterior, siempre cuesta lanzarse.
Eso sí, sólo hay dos problemas más terribles que el haber tomado ya la dolorosa decisión: Primero, que uno conscientemente sepa que el cambio es mejor, pero no quiera darse cuenta de la realidad. Dos, que hayan sido los acontecimientos los que te han empujado a actuar así, y que ya tomada la decisión, siga pareciendo la mejor opción, pero no la única buena.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Poemas no llenos, poemas ajenos
Triste e hiriente
arreglado y sin traje
Más que indecente...
¡Qué gran ultraje!
Solo no aprende
rueda salvaje
Amable comprende
¡Y sabe de potajes!
Si vive, es inerte
si muere, con vendaje
vendado se emprende
un temible viaje.
No, hoja perenne
no, dulce oleaje
Otro no al siguiente
Otra orden al paje
Líquido ardiente
bombea el tatuaje.
Arquea los dientes,
no piensa en viraje
Con lucecita alegre
se paga el peaje
Dos esferas y un visaje
¡Al abordaje!
La noche sorprende
nadie lo debate
el joven arremete
más no busca el linaje.
Será que le divierte
ver disparates
será que se somete
a duelos sin empate.
Triste e hiriente
arreglado y sin traje
Más que indecente...
¡Qué gran ultraje!
El tiempo arremete
ya realiza el canje
lo que das, lo tienes
lo demás, aparte.
Olvida la locura
¡recházala tajante!
Y si no procura
Que al final no te espante
arreglado y sin traje
Más que indecente...
¡Qué gran ultraje!
Solo no aprende
rueda salvaje
Amable comprende
¡Y sabe de potajes!
Si vive, es inerte
si muere, con vendaje
vendado se emprende
un temible viaje.
No, hoja perenne
no, dulce oleaje
Otro no al siguiente
Otra orden al paje
Líquido ardiente
bombea el tatuaje.
Arquea los dientes,
no piensa en viraje
Con lucecita alegre
se paga el peaje
Dos esferas y un visaje
¡Al abordaje!
La noche sorprende
nadie lo debate
el joven arremete
más no busca el linaje.
Será que le divierte
ver disparates
será que se somete
a duelos sin empate.
Triste e hiriente
arreglado y sin traje
Más que indecente...
¡Qué gran ultraje!
El tiempo arremete
ya realiza el canje
lo que das, lo tienes
lo demás, aparte.
Olvida la locura
¡recházala tajante!
Y si no procura
Que al final no te espante
miércoles, 16 de junio de 2010
Sincero
Anoche,
Tu sábana pegada a mí.
Las palabras pegadas a mis labios,
frases que no querían salir.
¡Dios!
Bendita valentía inspirada
Tristemente sofocada
por un simple y determinante calor.
Derroche,
es el término a definir
la inclemencias de una última noche,
precipitación cuan triste abril.
¡No!
la negación menos aclamada
se atreve a huir desechada
mientras la mediocridad aumenta el fervor
Tristeza y alegría
Son mis antónimas preferidas
Seguidos de un cerca "tú y yo".
¿Seguro que prima la atracción?
Venga... ve eligiendo una de las dos
que ya sabrás que no tengo capacidad de elección.
Tu sábana pegada a mí.
Las palabras pegadas a mis labios,
frases que no querían salir.
¡Dios!
Bendita valentía inspirada
Tristemente sofocada
por un simple y determinante calor.
Derroche,
es el término a definir
la inclemencias de una última noche,
precipitación cuan triste abril.
¡No!
la negación menos aclamada
se atreve a huir desechada
mientras la mediocridad aumenta el fervor
Tristeza y alegría
Son mis antónimas preferidas
Seguidos de un cerca "tú y yo".
¿Seguro que prima la atracción?
Venga... ve eligiendo una de las dos
que ya sabrás que no tengo capacidad de elección.
domingo, 18 de abril de 2010
Qué terrible tentación
Y, es que... visto así, pintado así, leído así, redactado así... todo parece tan fácil.
¿Es una paradoja la extensión de dicho párrafo con respecto a tus sentimientos?
¿O es sólo mi mente la que se afana en establecer dicha relación metafórica?
¿Quién es la parte real, y quién es el que alude a dicha realidad?
¡Arriesguemos...!
¿Es una paradoja la extensión de dicho párrafo con respecto a tus sentimientos?
¿O es sólo mi mente la que se afana en establecer dicha relación metafórica?
¿Quién es la parte real, y quién es el que alude a dicha realidad?
¡Arriesguemos...!
domingo, 7 de marzo de 2010
Escritura a mano, y mi bachillerato, y tú
No sé cómo demonios te he dejado meterte aquí, en mi cabeza (O en ese órgano situado dos manos más abajo). Pero por algún extraño motivo, hacer los deberes de Filosofía e incluso mi propia escritura me evoca inquietantes recuerdos no existentes (¿o sí?) de tú contra mí. La danza mecanizada de mi muñeca devorando cada margen del papel me produce pensamientos que devoran mi cordura hasta los márgenes de la locura.
Un hábil gesto para escribir letras retorcidas es capaz de hacerme imaginar a ti contra mí en cautelosos pero rápidos movimientos, ansiosos el uno del otro.
Pero, pongamos los puntos sobre las íes, tú estás allí, y yo aquí, y sólo un gesto circular con la tinta es capaz de devolverme a lo que otros llaman la realidad, calificada con mil adjetivos diferentes. ¿Te hace un "cruda"? ¿O sería más conveniente llamarla "irreal"?
Sigo entusiasmado por encontrar en algún libro la medicina contra el encaprichamiento (¿O es algo más?); supongo que dicha empresa obtendría resultados más satisfactorios si hubiese escogido el susodicho "Biosanitario", pero siempre se me ha dado bien, y espero que no discrepes conmigo en esto, el buscar el pez en la gran ciudad, no en el océano.
¿Qué caprichos? ¡Anamoramientos! ¡No hago más que escribir en un sitio web cosas sin sentido sobre ti! (Y sobre ti, y sobre ti, y ti, y tú)
De todas formas, escribir sobre un teclado evita que traslade las sugerentes formas de una g a nuestros cuerpos. ¿Hasta qué punto?
Un hábil gesto para escribir letras retorcidas es capaz de hacerme imaginar a ti contra mí en cautelosos pero rápidos movimientos, ansiosos el uno del otro.
Pero, pongamos los puntos sobre las íes, tú estás allí, y yo aquí, y sólo un gesto circular con la tinta es capaz de devolverme a lo que otros llaman la realidad, calificada con mil adjetivos diferentes. ¿Te hace un "cruda"? ¿O sería más conveniente llamarla "irreal"?
Sigo entusiasmado por encontrar en algún libro la medicina contra el encaprichamiento (¿O es algo más?); supongo que dicha empresa obtendría resultados más satisfactorios si hubiese escogido el susodicho "Biosanitario", pero siempre se me ha dado bien, y espero que no discrepes conmigo en esto, el buscar el pez en la gran ciudad, no en el océano.
¿Qué caprichos? ¡Anamoramientos! ¡No hago más que escribir en un sitio web cosas sin sentido sobre ti! (Y sobre ti, y sobre ti, y ti, y tú)
De todas formas, escribir sobre un teclado evita que traslade las sugerentes formas de una g a nuestros cuerpos. ¿Hasta qué punto?
martes, 2 de marzo de 2010
Séptima canción
Letra traducida de una de las mejores canciones de la historia, sin duda. Como supongo que ya muchos la conocerán, pongo aquí el vídeo de lo que muchos consideran el mejor directo de No Doubt tocando esta canción...
Letra
You and me
We used to be together
Everyday together always
I really feel
That I'm losing my best friend
I can't believe
This could be the end
It looks as though you're letting go
And if it's real
Well I don't want to know
Don't speak
I know just what you're saying
So please stop explaining
Don't tell me cause it hurts
Don't speak
I know what you're thinking
I don't need your reasons
Don't tell me cause it hurts
Our memories
Well, they can be inviting
But some are altogether
Mighty frightening
As we die, both you and I
With my head in my hands
I sit and cry
Don't speak
I know just what you're saying
So please stop explaining
Don't tell me cause it hurts (no, no, no)
Don't speak
I know what you're thinking
I don't need your reasons
Don't tell me cause it hurts
It's all ending
I gotta stop pretending who we are...
You and me I can see us dying...are we?
Don't speak
I know just what you're saying
So please stop explaining
Don't tell me cause it hurts (no, no, no)
Don't speak
I know what you're thinking
I don't need your reasons
Don't tell me cause it hurts
Don't tell me cause it hurts!
I know what you're saying
So please stop explaining
Don't speak,
don't speak,
don't speak,
oh I know what you're thinking
And I don't need your reasons
I know you're good,
I know you're good,
I know you're real good
Oh, la la la la la la La la la la la la
Don't, Don't, uh-huh Hush, hush darlin'
Hush, hush darlin' Hush, hush
don't tell me tell me cause it hurts
Hush, hush darlin' Hush, hush darlin'
Hush, hush don't tell me tell me cause it hurts
Traducción
Tú y yo
Solíamos estar juntos
Todo el día juntos, siempre
Verdaderamente siento
Que estoy perdiendo a mi mejor amiga
No me puedo creer
que este fuese el final
Parece como si lo estuvieses dejando
Y si eso es cierto
Bueno, no quiero saberlo
No hables
Sé justo lo que estás diciendo
Así que, por favor, deja de explicar
No me lo digas, porque duele
No hables
Sé lo que estás pensando
No necesito tus razones
No me lo digas, porque duele
Nuestros recuerdos
Bueno, pueden ser tentadores
Pero algunos, juntos
pueden ser aterradores
Conforme morimos, tanto tú como yo
Con la cabeza entre las manos
Me siento y lloro
No hables
Sé justo lo que estás diciendo
Así que, por favor, deja de explicar
No me lo digas, porque duele (no, no, no)
No hables
Sé lo que estás pensando
No necesito tus razones
No me lo digas, porque duele
Es un final
Tengo que dejar de fingir quiénes somos...
Tú y yo...
Puedo vernos muertos
¿Lo estamos?
No hables
Sé justo lo que estás diciendo
Así que, por favor, deja de explicar
No me lo digas, porque duele (no, no, no)
No hables
Sé lo que estás pensando
No necesito tus razones
No me lo digas, porque duele
¡No me lo digas porque duele!
Sé lo que estás diciendo
Así que deja de explicarlo
No hables,
no hables,
¡no hables!
oh, sé lo que estás diciendo
¡Y no necesito tus razones?
Sé que eres buena
Sé que eres buena
Sé que eres realmente buena
Oh, la la la la la la La la la la la la
No lo hagas, no lo hagas, oh... Calla, calla cariño
Calla, calla cariño
Calla, calla, no me lo digas, porque duele.
Letra
You and me
We used to be together
Everyday together always
I really feel
That I'm losing my best friend
I can't believe
This could be the end
It looks as though you're letting go
And if it's real
Well I don't want to know
Don't speak
I know just what you're saying
So please stop explaining
Don't tell me cause it hurts
Don't speak
I know what you're thinking
I don't need your reasons
Don't tell me cause it hurts
Our memories
Well, they can be inviting
But some are altogether
Mighty frightening
As we die, both you and I
With my head in my hands
I sit and cry
Don't speak
I know just what you're saying
So please stop explaining
Don't tell me cause it hurts (no, no, no)
Don't speak
I know what you're thinking
I don't need your reasons
Don't tell me cause it hurts
It's all ending
I gotta stop pretending who we are...
You and me I can see us dying...are we?
Don't speak
I know just what you're saying
So please stop explaining
Don't tell me cause it hurts (no, no, no)
Don't speak
I know what you're thinking
I don't need your reasons
Don't tell me cause it hurts
Don't tell me cause it hurts!
I know what you're saying
So please stop explaining
Don't speak,
don't speak,
don't speak,
oh I know what you're thinking
And I don't need your reasons
I know you're good,
I know you're good,
I know you're real good
Oh, la la la la la la La la la la la la
Don't, Don't, uh-huh Hush, hush darlin'
Hush, hush darlin' Hush, hush
don't tell me tell me cause it hurts
Hush, hush darlin' Hush, hush darlin'
Hush, hush don't tell me tell me cause it hurts
Traducción
Tú y yo
Solíamos estar juntos
Todo el día juntos, siempre
Verdaderamente siento
Que estoy perdiendo a mi mejor amiga
No me puedo creer
que este fuese el final
Parece como si lo estuvieses dejando
Y si eso es cierto
Bueno, no quiero saberlo
No hables
Sé justo lo que estás diciendo
Así que, por favor, deja de explicar
No me lo digas, porque duele
No hables
Sé lo que estás pensando
No necesito tus razones
No me lo digas, porque duele
Nuestros recuerdos
Bueno, pueden ser tentadores
Pero algunos, juntos
pueden ser aterradores
Conforme morimos, tanto tú como yo
Con la cabeza entre las manos
Me siento y lloro
No hables
Sé justo lo que estás diciendo
Así que, por favor, deja de explicar
No me lo digas, porque duele (no, no, no)
No hables
Sé lo que estás pensando
No necesito tus razones
No me lo digas, porque duele
Es un final
Tengo que dejar de fingir quiénes somos...
Tú y yo...
Puedo vernos muertos
¿Lo estamos?
No hables
Sé justo lo que estás diciendo
Así que, por favor, deja de explicar
No me lo digas, porque duele (no, no, no)
No hables
Sé lo que estás pensando
No necesito tus razones
No me lo digas, porque duele
¡No me lo digas porque duele!
Sé lo que estás diciendo
Así que deja de explicarlo
No hables,
no hables,
¡no hables!
oh, sé lo que estás diciendo
¡Y no necesito tus razones?
Sé que eres buena
Sé que eres buena
Sé que eres realmente buena
Oh, la la la la la la La la la la la la
No lo hagas, no lo hagas, oh... Calla, calla cariño
Calla, calla cariño
Calla, calla, no me lo digas, porque duele.
miércoles, 3 de febrero de 2010
Little Lies For Bored People (This Is Heaven) Soda Rise lyrics
All the stories, all the lies
will end up to crash and fall
with you
Feeling fed up with the hunt
I'll be able to free doves
for you
Welcome to the brand new show:
How to avoid your fragile face
when you're crying
Welcome to the brand new show:
How to say that I'm OK
Yeah
If this is heaven
Then I guess that after it all
You are not the god I thought, "yieh, yieh, yieehh"
You would be better
If you got rid of the burden
But nothing's ever been so clear
You'll always be wrong.
You know that my convictions were
the only thing that I believed
not you.
I'll try to convince myself
You're a man, you're just a friend
But i know...
If this is heaven
Then I guess that after it all
You are not the god I thought, "yieh, yieh, yieehh"
You would be better
If you got rid of the burden
But nothing's ever been so clear
You'll always be wrong.
This is heaven (I can see another lie)
Then I guess that after it all
You are not the god I thought (I ain't bored enough to hear)
"yieh, yieh, yieehh"
You would be better
If you got rid of what involves (again)
the hell that you have prompt me to
never discover.
If this is heaven...
will end up to crash and fall
with you
Feeling fed up with the hunt
I'll be able to free doves
for you
Welcome to the brand new show:
How to avoid your fragile face
when you're crying
Welcome to the brand new show:
How to say that I'm OK
Yeah
If this is heaven
Then I guess that after it all
You are not the god I thought, "yieh, yieh, yieehh"
You would be better
If you got rid of the burden
But nothing's ever been so clear
You'll always be wrong.
You know that my convictions were
the only thing that I believed
not you.
I'll try to convince myself
You're a man, you're just a friend
But i know...
If this is heaven
Then I guess that after it all
You are not the god I thought, "yieh, yieh, yieehh"
You would be better
If you got rid of the burden
But nothing's ever been so clear
You'll always be wrong.
This is heaven (I can see another lie)
Then I guess that after it all
You are not the god I thought (I ain't bored enough to hear)
"yieh, yieh, yieehh"
You would be better
If you got rid of what involves (again)
the hell that you have prompt me to
never discover.
If this is heaven...
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