domingo, 31 de octubre de 2010

Apología

Impoluta dicha acarrea avalanzadas desdichas. Quien no lo sabe, es porque no lo siente; quien no lo siente, es porque lo sabe. Por eso lo entendía él, echado como se hallaba sobre las sábanas, mientras estupefacientes gráficos colgaban de las paredes e intensos sentimientos colgaban de un madero, sus caras desfiguradas en una mueca mezcla de asombro y entusiasmo, y sus manos aferradas a la soga con la que pendían.

Hay cosas que sabe todo el mundo, y es obvio que lo que todo el mundo sabe, se vuelve realidad - ¡bendita cualidad creadora del hombre robada de lo divino! -. Una de estas grandes verdades universales es la que dice que el amor es el hermano gemelo de la odio. ¡Obvio, pues que la gente se horrorice ante el incesto!

En realidad, es como el sonido "agradable" de una batería, llena de golpes que se dan en el instante preciso, y asíncopas que se introducen con la sutileza propia de un ingeniero. Pero es que... ¡Suena hasta bien, todo ahí junto!

¿Entonces? ¿Incesto o armonía?

1 comentario:

Mr. Coelho dijo...

Armonía en el incesto