domingo, 7 de marzo de 2010

Escritura a mano, y mi bachillerato, y tú

No sé cómo demonios te he dejado meterte aquí, en mi cabeza (O en ese órgano situado dos manos más abajo). Pero por algún extraño motivo, hacer los deberes de Filosofía e incluso mi propia escritura me evoca inquietantes recuerdos no existentes (¿o sí?) de tú contra mí. La danza mecanizada de mi muñeca devorando cada margen del papel me produce pensamientos que devoran mi cordura hasta los márgenes de la locura.

Un hábil gesto para escribir letras retorcidas es capaz de hacerme imaginar a ti contra mí en cautelosos pero rápidos movimientos, ansiosos el uno del otro.

Pero, pongamos los puntos sobre las íes, tú estás allí, y yo aquí, y sólo un gesto circular con la tinta es capaz de devolverme a lo que otros llaman la realidad, calificada con mil adjetivos diferentes. ¿Te hace un "cruda"? ¿O sería más conveniente llamarla "irreal"?

Sigo entusiasmado por encontrar en algún libro la medicina contra el encaprichamiento (¿O es algo más?); supongo que dicha empresa obtendría resultados más satisfactorios si hubiese escogido el susodicho "Biosanitario", pero siempre se me ha dado bien, y espero que no discrepes conmigo en esto, el buscar el pez en la gran ciudad, no en el océano.

¿Qué caprichos? ¡Anamoramientos! ¡No hago más que escribir en un sitio web cosas sin sentido sobre ti! (Y sobre ti, y sobre ti, y ti, y tú)

De todas formas, escribir sobre un teclado evita que traslade las sugerentes formas de una g a nuestros cuerpos. ¿Hasta qué punto?

3 comentarios:

Rafael Jesús Fernández Castillo 2B 13 dijo...

ehm.....no sabía que supieses escribir tan bien =O
jaja ojalá supiese quién es ese alguien; de momento, suerte!

P.D.: siesk tenias k haber escogido el biosanitario...te lo digo yo

Unknown dijo...

¿Esto?

Pero si esto es una tontería!

Échale un verdadero vistazo al blog, no es nada del otro mundo, pero hay cosas que incluso me gustan.

Isabel Merino González dijo...

Vale, me encanta esta entrada, lo flipo con tu "pluma", al escribir, tu me entiendes, como dice Don Ramón.