Contener el aliento nunca se me ha dado del todo bien. Ella* me grita desde lo alto del acantilado que me dé mas prisa, que el sol allá arriba se ve con una majestuosidad impresionante.
¡Jolín! Ya me hace plantearme cosas, a mí, como si de un niño chico se tratase. ¿Y el diamante que hay a mi izquierda? ¿Lo cojo, no lo cojo? ¿Intento escarbar en la roca para cogerlo? Ya decidí comenzar a cogerlo, pero... ¿Sigo? ¿Merece la pena?
Casi atino a escuchar algunos comentarios allá arriba. Gente nueva se acerca a contemplar mi penosa escalada, y hasta escucho sus gritos.
Uno de ellos, desconocido para mí, me sorprende con una sonrisa ¿amistosa?**
-¡Coge el diamante de esta forma! ¡Es mejor así! - y me enseña su flamante mineral.
Pero a mí no me gusta demasiado como lo tiene él. No obstante, el hecho de que me grite cómo tengo que hacer las cosas... ¡Demonios! ¿Por qué me molesta tanto?
¿El orgullo es también mi compañero de cuna, como la chica de allá arriba que me ordena constantemente que me dé prisa?
Cequita suya se encuentran... ¿Los que han estado observándome durante mucho tiempo en mi escalada? Algún individuo parece dirigir la vista hacia otro lado ***, otros han desaparecido totalmente,...
Sé que quiero el diamante para enseñárselo, incluso para ponerlo junto a los minerales de mis otros amigos. Pero también es por mí, sí, ese diamante es mío, lo mostraré, lo compartiré, pero el logro será mío.
Entre los jadeos que me cortan la respiración, pude distinguir mi propio suspiro, antes de una nueva calada de... ¿Motivación, o desesperación?
¡Pum, Chim, Pas!
*Sería oportuno apuntar que siempre ha estado, está y ¿estará? ahí arriba.
**Oye, tampoco soy quien para poner en duda el que se mueva o no por intereses propios... Aún sigue existiendo la gente buena, que yo sepa
*** Cuánto dolor me impone este suceso...